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lunes, 12 de julio de 2010

EL TRATAMIENTO ESPIRITUAL DE LOS NIÑOS

En reunión con las "maestras educadoras" de la EBI, el obispo Edir Macedo habló que es necesario tener talento y amor para enseñar a los niños.


El obispo Edir Macedo realizó, el último sabado (26), una reunión especial con las maestras de la Escuela Bíblica Infanto-Juvenil (EBI), en São Paulo.

“Hemos visto que el trabajo que ustedes están haciendo es tan importante cuánto predicarse el Evangelio a los adultos. La diferencia es que los adultos, son adultos; y niños, son niños. El niño quiere aprender, él está con la mente vacía, disponible para recibir las informaciones que los adultos van a darles”, dijo él.

Según el obispo, muchos niños vienen de hogares destruidos, cuyos padres están separados. Él dijo que muchas llegan a la iglesia oprimidos, perturbados y, generalmente, con problemas de salud de los cuales los médicos no descubren las causas.

“Ese trabajo que ustedes están haciendo es muy importante; es el Espíritu Santo que ha dirigido. Tanto es que no son todos los que tienen talento para enseñar a los niños, es preciso tener paciencia, el Espíritu Santo, sobre todo, y habilidad para cuidar de los que llegan oprimidos a la Iglesia. Y si la persona que está cuidando de ellos quedar no más mirándolos, mejor que salga y no quede solamente ocupando un espacio, gastando el tiempo del niño, sin ningún provecho”, explicó él.

Para el obispo, es necesario que haya esa conciencia, visto que los niños de hoy serán los adultos de mañana. “Usted no puede ser una maestra irresponsable, y estar cuidando de los niños enojada. Usted no va a ser quitada de obrera a causa de eso, no. El hecho es que usted no tiene talento para cuidar de niño, sólo eso. Entonces, no puede estar con ellos”, esclareció.

Además de eso, él habló que quién quiere trabajar con niños debe gustar de ellos, pues ese trabajo es la base de la Iglesia. Según el obispo, es más importante del que el trabajo del pastor que está en el altar. “Usted no tiene idea de la profundidad, de la extensión, de la grandeza, del cuidado con los niños. Ellos son víctimas en casa, en la escuela; y cuando ellos están aquí, es el momento que usted tiene para dar un cariño, una atención, orar, enseñar a orar”, alertó.

El obispo dijo que no se olvida de su primera maestra: “El nombre de ella era señora Rosa. Ella era una maestra dedicada. A mi me gustaba mucho ella, tanto que hasta pasé a gustar enseñar. Tengo placer en enseñar, es un talento que Dios me dio, porque seguí el ejemplo de mi maestra”, relató.

Para finalizar, él afirmó que las maestras son las educadoras espirituales de los niños, las primeras maestras que ellos tendrán en la Iglesia y, por eso, deben ser ejemplo a todos los niños. “Muchos niños vienen a la iglesia con problemas muy graves. Antes de ir para la reunión con los niños, haga el siguiente: doble las rodillas y pida la dirección de Dios, pues Ese va a dirigirte. Él tiene mucho más interés en que los niños sean salvos del que nosotros mismos. Entonces, pida que el Espíritu Santo a oriente, a ayude, porque Él es la llave para usted alcanzar aquel corazón herido y llevarlo a la salvación eterna. Cuando el niño tiene problema, dificultades económicas, para comer, para aprender, cualquier tipo de dificultad que él encuentra en la vida, es más fácil alcanzar el corazón de él que de aquel que no tiene problemas”, resaltó.

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