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lunes, 9 de julio de 2012

UNIDAD Nº4 (Junio 2012)

LA CURA DE LOS DIEZ LEPROSOS:
Del 01 al 06 de julio.-
Había una vez diez leprosos. Amiguitos, antiguamente, en la época de Jesús, los leprosos tenían que vivir separados de las otras personas. En los días de hoy todavía existen personas con esta enfermedad, y ellas se quedan internadas en hospitales preparados para tratar este tipo de enfermedad, ¿saben por qué? La lepra es una enfermedad de piel, y puede pasarse de persona para persona. Por eso a las personas no les gusta quedarse cerca de los leprosos. Hoy en día hay tratamiento, pero en aquel tiempo no había.
Ocurrió que el Señor Jesús pasó cerca de la ciudad adonde los diez hombres quedaban. Ellos vieron a Jesús, comenzaron a gritar y a pedir que Jesús tuviese misericordia de ellos y lo ayudasen. Entonces, Jesús paró y habló con ellos a que vayan hasta el sacerdote para que fuesen examinados por ellos. Los sacerdotes eran los pastores de aquella época. Con aquella palabras, Jesús estaba determinando la cura de los leprosos, pues había una costumbre en aquel tiempo de que el leproso cuando se curara fuesen hasta el sacerdote (pastor) para ser examinado por él, y se fuera comprobado su cura, el leproso debería dar una oferta para Dios.
Los leprosos obedecieron la orden de Jesús y fueron a procurar el sacerdote, pero, mientras andaban, algo ocurrió. ¿Saben lo que fue? La piel quedó limpia, y no había más lepra. ¡Qué bendición! Los leprosos deben haber quedado llenos de alegría, ¿no es verdad? Los hombres continúan andando, pero apenas uno de ellos, un hombre samaritano, resolvió volver para agradecer a Jesús, el samaritano mostró que tenía una gran fe y gratitud.
Al llegar cerca de Jesús, el leproso se arrodillo y agradeció por la cura divina. Jesús preguntó para aquel hombre adonde estaban los otros nueve hombres, pero él no supo lo que responder para Jesús.

CONCLUSIÓN: Niños, no debemos ser como los nueve leprosos que no agradecieron por lo que Jesús hizo en la vida de ellos. Debemos agradecer siempre a Dios por todas las bendiciones que nos ha dado. La vida de aquel leproso debe haber sido bien diferente, ¿no es verdad? Él fue curado y recibió la salvación. Pero todo eso solo aconteció porque Él obedeció a lo que Jesús mandó hacer. Cuando somos obedientes a Dios, alcanzamos la victoria. Pero no se olviden, niños,, que debemos agradecer a Dios todos los días por todo lo que Él ha hecho en nuestras vidas.

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