LA SUNAMITA:
Del 27 de mayo al 1 de junio del 2012.-
Al ver el profeta, aquella mujer sunamita lo invitó para entrar en su casa y le dio comida. Cuando Eliseo se fue, ella habló para su esposo, que iría preparar un cuarto, con una cama, una silla y un candelabro, para que cuando el hombre de Dios retornase a aquella ciudad, tuviera adonde descansar. Y así ella lo hizo. Que mujer buena, ¿no es verdad niños? Debemos ser como esta mujer, pues cuando hacemos algo por los siervos de Dios estamos haciendo para el propio Dios.
Siempre que él iba aquella ciudad, Eliseo descansaba en la casa de la sunamita. El pidió a su ayudante para preguntar a la mujer lo que él podría hacer por ella. Giezi platico con ella, y ella dijo que no necesitaba de nada.
Giezi llevo para Eliseo la respuesta de la sunamita, pero el profeta insistió en bendecir aquella mujer de alguna manera. Fue ahí que Giezi dijo a Eliseo que ella no tenía hijos.
Niños, aquella mujer era casada y muy rica. ¿Qué podría impedir de tener un hijo si no fuera el problema de salud?’, ¿no es verdad? Pero ella iba a tener una gran sorpresa, pues algo muy bueno ocurriría. Eliseo llamó a la sunamita y dijo para ella, que en el siguiente año ella estaría cargando un hijo. La sunamita quedo muy sorprendida con aquella noticia y pensó que el profeta Eliseo estaba bromeando con ella, pues ya no tenía esperanza de ser madre.
Algún tiempo después, aconteció exactamente lo que dijo el profeta. La sunamita quedo embarazada y tuvo su bebé. Ahora sí, su familia estaba completa.
CONCLUSIÓN: Saben niños, Dios bendijo aquella mujer tornándola en una madre, porque ella se preocupó con un siervo de Dios. Si Eliseo quedo agradecido y feliz por su gran bondad, mucho más Dios queda cuando servimos a Él de todo el corazón. Dios siempre bendice aquellas personas que le sirven de todo el corazón y con alegría.