El Precio de la hora
En una grande y agitada ciudad vivía un solitario niño. Nada le faltaba, estudiaba en el mejor colegio del barrio, poseía todos los juguetes que se anunciaban en la televisión, los de última generación, su alimentación era completa y balanceada y si se enfermaba era llevado a los mejores medicos y especialistas.
A primera vista parecia que todo estaba perfecto en su vida, pero había una cosa la cual él sentía que le faltaba.
Una noche noche cuando su padre regreso de un día más de trabajo, totalmente estresado como los otros días, Daniel (era el niño) sorprendió a todos con la siguiente pregunta: Papi ¿Cuanto ganas por hora?
El padre un tanto irritado, le dijo ¿Que pregunta es esa?_ ¡Por favor papá, respondeme! ¿Cuanto ganas por hora?_ ¡No revelo eso a nadie, ni tu madre lo sabe! ¿Porque tendría que decirtelo a ti?_ Pero el niño no desistio, tomo coraje y nuevamente le dijo: Por favor papá, es muy importante para mi.
Con la insistencia del niño, el padre termino diciendo: ¡Cincuenta pesos la hora! _ Entonces papá ¿Me podrías prestar veinte pesos?. Muy enojado el papá tiró los cubirtos, empujo la comida y exclamó: ¡Para eso querías saber cuanto ganaba por hora, mocoso interesado, .... (Renego mucho con el niño) luego lo mando castigado a dormir a su dormitorio.
Unas horas más tarde el padre subio al dormitorio del niño, muy arrepentido con lo que le habia dicho, se acerco al pequeño, le pidio disculpas por que estaba muy nervioso y dijo cosas que no debería decir, saco los veinte pesos y le dijo: Aqui estan los veinte pesos que me pediste prestado. El niño aun con los ojos mojados de lagrimas, saco de abajo de su cabecera treinta pesos, y muy feliz exclamo: ¡Ya complete papá! ¿Me vendes una hora de tu tiempo?...
Una vez el Señor Jesús reprendio a sus discipulos por impedir que los niños se le acercaran, alegando que Jesús no tenía tiempo para ellos, sin embargo el Señor Jesús dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, por que de los tales es el reino de Dios" (San Marcos 10:14)
En una grande y agitada ciudad vivía un solitario niño. Nada le faltaba, estudiaba en el mejor colegio del barrio, poseía todos los juguetes que se anunciaban en la televisión, los de última generación, su alimentación era completa y balanceada y si se enfermaba era llevado a los mejores medicos y especialistas.
A primera vista parecia que todo estaba perfecto en su vida, pero había una cosa la cual él sentía que le faltaba.
Una noche noche cuando su padre regreso de un día más de trabajo, totalmente estresado como los otros días, Daniel (era el niño) sorprendió a todos con la siguiente pregunta: Papi ¿Cuanto ganas por hora?
El padre un tanto irritado, le dijo ¿Que pregunta es esa?_ ¡Por favor papá, respondeme! ¿Cuanto ganas por hora?_ ¡No revelo eso a nadie, ni tu madre lo sabe! ¿Porque tendría que decirtelo a ti?_ Pero el niño no desistio, tomo coraje y nuevamente le dijo: Por favor papá, es muy importante para mi.
Con la insistencia del niño, el padre termino diciendo: ¡Cincuenta pesos la hora! _ Entonces papá ¿Me podrías prestar veinte pesos?. Muy enojado el papá tiró los cubirtos, empujo la comida y exclamó: ¡Para eso querías saber cuanto ganaba por hora, mocoso interesado, .... (Renego mucho con el niño) luego lo mando castigado a dormir a su dormitorio.
Unas horas más tarde el padre subio al dormitorio del niño, muy arrepentido con lo que le habia dicho, se acerco al pequeño, le pidio disculpas por que estaba muy nervioso y dijo cosas que no debería decir, saco los veinte pesos y le dijo: Aqui estan los veinte pesos que me pediste prestado. El niño aun con los ojos mojados de lagrimas, saco de abajo de su cabecera treinta pesos, y muy feliz exclamo: ¡Ya complete papá! ¿Me vendes una hora de tu tiempo?...
Una vez el Señor Jesús reprendio a sus discipulos por impedir que los niños se le acercaran, alegando que Jesús no tenía tiempo para ellos, sin embargo el Señor Jesús dijo: "Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, por que de los tales es el reino de Dios" (San Marcos 10:14)
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